La historia del bambú japonés

La historia del bambú japonés

La entrada de hoy habla de una historia, la historia del bambú japonés. Este cuento lo escuché en un vídeo de un psicólogo en Youtube, en el que lo escuchaba por primera vez.

La verdad es que me encantó, y me recordó mucho a lo que tratamos de hacer aquí, en la academia. Me parece que muestra además de forma muy clara cuál es el objetivo de la educación, y cual debe ser nuestra postura ante el crecimiento y desarrollo de los hijos.

No me enrollo más, y vamos a leer juntos la historia del bambú japonés.

La historia del bambú japonés

«Hace mucho, mucho tiempo, dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se pararon ante el puesto de un vendedor de semillas al ver unas que nunca antes habían visto. 

Uno de ellos preguntó: ¿qué semillas son estas?.

El mercader le respondió: son semillas de bambú, unas semillas muy especiales que vienen del lejano Oriente.

Ante la curiosidad, no pudo contenerse el agricultor y volvió a preguntar: ¿y por qué son tan especiales estas semillas?

El mercader le animó: si te las llevas y las plantas lo averiguarás, tan sólo necesitan abono y agua.

Finalmente, la curiosidad se impuso y los dos agricultores se llevaron  las semillas de Bambú, las plantaron, regaron y abonaron siguiendo estrictamente las instrucciones del mercader.

Tras un tiempo, los resultados no eran los esperados, apenas crecían y uno de los agricultores se dirigió al otro: el mercader nos ha engañado, esto no crece, así que no seguiré regándolas ni abonándolas.

Pero el otro agricultor pensó que no tenían nada que perder, de manera que decidió hacerse cargo y seguir manteniendo las semillas.

El tiempo pasaba y aquello seguía sin dar sus frutos.

Pero un buen día, cuando el agricultor estaba ya a punto de tirar la toalla y dejar de cultivarlas, se sorprendió al encontrarse que el bambú había crecido alcanzando una altura de 30 metros en tan solo 6 semanas».

¿Qué nos enseña esta historia?

La historia del bambú japonés es una de mis favoritas, principalmente por su simpleza y mensaje claro. La educación es un proceso a largo plazo.

Educar a los hijos puede resultar muchas veces una tarea cansada, que requiere mucho esfuerzo, y lo peor, que parece no mostrar resultados. Esto es lo que nos muestra esta historia. Sin embargo, aunque parezca que nos esforzamos de forma inútil, todo lo que hagamos ahora será recompensado en el futuro con creces.

La adolescencia es una edad de rebeldía, de romper las normas, de enfrentarse y de formar la propia personalidad. Eso va a generar tensiones, enfrentamientos, y desde luego, un cansancio tremendo. No nos rindamos, y esforcémonos aún más en estas edades. 

Esto lleva a otra idea importante. La educación es algo en lo que SIEMPRE vale la pena invertir. Sea con esfuerzo, con ayuda propia, o con lo que podamos permitirnos. Todo lo que reguemos ahora ayudará a que los hijos crezcan hasta lo más alto.

Debemos contar con la competencia de nuestros hijos, saber que pueden llegar a lo más alto y ayudarles a alcanzar su máximo potencial. Solo la educación les permitirá llegar a expresar sus capacidades.

Consejos para esas épocas difíciles

La historia del bambú japonés ya nos muestra que la educación va a ser un camino largo y tedioso. Esto raramente cambia, aunque sí podemos seguir algunos consejos para aliviar estas estapas:

  • Paciencia. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo. La tolerancia al error es una buena actitud para estas fases. No dramatizar ni montar follones con lo que ocurra. Todo tiene arreglo, y debemos entender que este es el momento en el que los hijos van a querer llamar la atención y armar jaleo. Dejémosles tener algo de protagonismo también.
  • Apoyo. Como hemos dicho, esta es una época de experimentar. Nuestros hijos van a meter la pata, van a probar cosas y no les van a salir. Sin embargo, es en este momento cuando empezarán a construir su confianza. Apoyémosles y que aprendan que el error forma parte de la vida. Nos van a agradecer muchísimo que estemos ahí como un pilar en el que se puedan sostener. ¡Que se atrevan y se sorprendan de lo que son capaces!
  • Respetar su autonomía.  Un adolescente está buscando tener su sitio, su hueco y su personalidad. Tratémosles como adultos (aunque no lo sean), empecemos a darles responsabilidades, asumamos competencia por su parte, y nos encontraremos con gratas sorpresas. Si confiamos en ellos, en su criterio, vamos a conseguir que nos respeten mucho más. Dejémosles que hagan las cosas a su manera y que se empiecen a organizar.
  • Buscar ayuda externa. En estas fases, las tensiones en casa suelen ser algo frecuente. Corregir constantemente es algo que genera frustración y cansancio. Buscar a alguien que nos ayude va a generar mejor ambiente en casa, ya que trasladaremos esos roces a otro lugar. Además, al ser una persona de fuera, no existirá la misma confianza y los roces serán infinitamente más suaves. Te dejamos por aquí un enlace por si quieres encontrar a un profesor de confianza.
  • En lo que a estudios se refiere, a veces puede resultar de ayuda no ser tan exigente. Este es un punto muy variable, ya que en estas edades, hay alumnos de todo tipo. Los hay vagos que necesitan que les pongan las pilas, o por el otro lado, alumnos que realmente sufren por la presión del colegio. Cada alumno necesita una ayuda especial. Para mantener la autonomía de los chavales, hemos diseñado varios cursos, con los que pueden aprender de forma autónoma, que puedes encontrar aquí. Pueden también aprovechar algunas clases que tenemos en nuestro canal de Youtube

Conclusiones

Me preguntaron una vez en la universidad: «¿Quién tiene derecho a la educación?». Espero que después de esta entrada, la respuesta esté clara. Todo el mundo.

Aunque sea difícil y parezca que no produce resultados, la educación es un derecho y una obligación para todos. Todos salimos beneficiados de ella, tanto educadores como educados. Todos aprenden y sacan cosas buenas de ellos. Y, aunque no lo parezca, muchas veces los más pequeños nos pueden enseñar grandes lecciones. ¡Vamos a ponernos en su lugar y a crecer todos hasta lo más alto!

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